Las Jornadas de Basquet Jove en Hospitalet

Durante el reciente torneo de baloncesto júnior de L'Hospitalet se volvieron a celebrar las jornadas de Bàsquet Jove (Baloncesto de formación) que contó con un grupo muy interesante de expertos en la materia. Al incombustible Pepe Laso, esta vez se le unieron Nacho Solozabal, que no necesita presentación; Paco Alonso, entrenador del equipo júnior del Unicaja de Malaga, y Manel Blanco, entrenador con una larga vida en categorias de formación en Catalunya. De este ramillete de personalidades cestisticas, junto con lo granada de la representación al otro lado de la mesa (los asistentes) se impuso el diálogo, la discusión, el cuestionamiento y, como no, la complicidad, sobre todo esta última en el tema de si el baloncesto es un "deporte individual".

Aclaremos este último concepto ya que, si bien está cargado de un gran contenido formativo, tiene, en su contra, la particularidad de entrar en confrontación directa con la idea generalizada de que el baloncesto es un deporte de conjunto, de equipo.

Los entrenadores debemos plantear el baloncesto de formación como una manera de dotar a cada uno de los jugadores de las capacidades individuales necesarias para hacer frente al juego colectivo. O sea, debemos ofrecer herramientas al jugador para superar las diferentes situaciones del juego. Tanto el jugador con balón, como el que no lo tiene, como el que defiende, deben de poseer elementos técnicos suficientes que le permitan tomar decisiones y aplicarlas con posibilidades de éxito. Pepe Laso defendió, con su manera peculiar de crear polémica y apuntarse a lo mas conveniente, la postura del "jugador como elemento aglutinador de todo el juego, y no el equipo", otros asistentes postularon por la defensa del "juego d'equipo" como esencia del baloncesto. Nadie, incluido el que subscribe, habló de los origenes del juego y de la intención del mismo: Prepararse para las competiciones de verano, durante las estaciones frías del año, a cubierto de las inclemencias del tiempo (gimnasios) y de una forma divertida. En el fondo, una preparación individual para una competición colectiva, de aquella época, como era el futbol americano o la liga de beisbol.

A esos orígenes debemos remontarnos para entender que tanto los defensores de la formación individualizada del jugador de baloncesto, como los que abogan por un juego más colectivo, tienen su parte de razón y debemos por ello aunar, aún más si cabe, la necesidad de trabajar en ambos sentidos manteniendo la interacción existente entre los dos conceptos.

Dominar el juego colectivo desde la fortaleza del juego individual ha de ser el camino a seguir hacia el mejor baloncesto y no olvidemos nunca que, en el fondo, es el jugador el que crea y desarrolla el juego en la pista; nosotros, los entrenadores, somos espectadores privilegiados.

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